martes, 23 de octubre de 2012

semaforo.

en el paseo ahumada y en su cercana periferia con todo su ajetreo de vida y muerte, paras porque los autos toman su tiempo y lo mas increíble de la estancia frente a los segundos que retroceden en el tiempo con la intención de hacerte sentir con el control de la espera frente a la regla y derecho de unos falsos motores, es el paradójico movimiento del monito verde cuando al fin has tomado las riendas de tu tiempo y te largas a correr como el monito del verde semáforo.

en el centro de santiago, la meca a la cual el sistema reza y en donde se juntan las grandes pillerías de la naturaleza de esta maquina plantadora de semáforos, en este centro  hasta los semáforos logran estresarce.

lo menos increíble en todo esto es como nosotros los enjenadamente llamados transeúntes  alejados por el concreto y las maquetas de vida que acartonadas pierden fluidez, lo menos increíble es como nos adherimos a la velocidad que demanda el vuelito de los semáforos.

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