sábado, 1 de junio de 2013

En algún momento del viaje hay que deshacerse de las maletas.

en el cenit de la vida las cosas caen copiosas como la lluvia, las cosas caen  y revientan en mil pedazos de olvido, lo que fue ya no es y otros elementos comienzan a pegar los pedacitos del cielo con sus nubes y sus astros, con sus planetas y sus estrellas, con sus aves y sus pájaros, llenando la vida de vida, de agua límpida y fresca, de aire diáfano y delgado, de ríos y lagos cristalinos y quietos, elementos que componen que restauran y que completan los espacios de abstractas y absolutas sensaciones de profunda alegría con un sin fin de nuevos caminos que se cruzan y se enrollan y son tantos como las arrugas en la piel de un antiguo rostro impresionado de tantas sonrisas, de momentos intensos y titilantes sentimientos pirotécnicos que chispean fuerte en el inocente horizonte que nos motiva a pararnos y a caminar hacia el hacia los sueños y hacia el cosmos que se limita en nuestro ser en nuestro cuerpo y que se escapa por los ojos en forma de destello vital dejándome a salvo en los interiores de mi bosque infinito en donde todo es verdad y todo es sincero y honesto y las formas de las cosas son iguales y a la vez diferentes y se adaptan y se amoldan, se transforman y bailan en un caleidoscopio de infinitas razones y emociones que se conjugan en caída libre por el contorno de  sus interminables curvas femeninas de vida.

hoy la vida sonríe con mas dientes que nunca y dos labios rojos que se encurvan en una silueta de deseo inacabable que calienta mis manos heladas acompañándolas en el balancín constante de dos universos en expansión fusionándose lentamente en una amistad que traspasara la inanición de la memoria vaciándose en el molde de un recuerdo inmortal e inmenso.